Del Malecón a la estantería, diez coches clásicos de Cuba a escala 1:18, 1:24, 1:43 y 1:87
Las calles de Cuba son un auténtico museo del automóvil. En el cemento de la isla circulan maravillas como el Chevrolet Bel Air o el Ford Fairlane que han sobrevivido al paso del tiempo gracias a las artimañas más ingeniosas.
Cuba antes de Fidel
Durante el régimen de Batista los americanos viajaban a La Habana para disfrutar de las playas, de los puros, del ron y sobre todo de los casinos. Tras su llegada al poder el dictador relajó las normas que regulaban el juego y prometió licencias a los que invertían dinero en la isla; en poco tiempo los dólares de la mafia inundaron Cuba y jefes como Meyer Lansky y Lucky Luciano establecieron contactos directos con Batista. Esta realidad queda retratada en la segunda entrega de El Padrino que nos enseña los últimos días de su reinado y la huida de burgueses y extranjeros ahuyentados por la victoria socialista.
Antes de la victoria de los barbudos, Michael Corleone aterriza en Cuba para participar en una cumbre mafiosa y en el aeropuerto es recibido por un Mercury Montclair de los cincuenta. Para llegar al hotel, Michael y sus acompañantes cruzan La Habana en un sedán de 1957, la versión cubierta del coche que aparece en las fotos. La miniatura de SunStar reproduce el Mercury Montclair Convertible de 1956, uno de los modelos más exclusivos de la posguerra. Su precio era de 2.900 $ – más o menos 27.000 $ actuales – y podía aumentar añadiendo los lavaparabrisas, una radio AM, un reloj eléctrico o un calentador.
También existía un sedán con techo panorámico llamado Sun Valley que pese a sus características no consiguió hacerse un hueco en el mercado. La superficie en plexiglás actuaba como una lupa y los directivos intentaron solucionar el problema coloreándola de verde; la medida surtió sus efectos – según el diseñador L. David Ash el 60% de los rayos de calor y el 72% del resplandor estaban bloqueados por el tinte – pero pocos clientes apreciaron la luz verdosa del habitáculo. Después de dos años el Montclair Sun Valley dejó de producirse y actualmente es uno de los más cotizados de la gama Mercury.
Chevrolet Bel Air, el rey de los almendrones
En Cuba los automóviles de los cincuenta son apodados como almendrones. Según algunos el nombre hace referencia a las carrocerías ovaladas de la época mientras que para otros tiene a que ver con el color que adquieren tras muchos años de uso. Los almendrones abarcan todas las marcas americanas de la posguerra – Buick, Cadillac, Pontiac, Chryslers, etc – y son utilizados como taxis, transportes colectivos o como coches de alquiler. Uno de los modelos más codiciados era el Chevrolet Bel Air que se podía adquirir desembolsando 1.095 $ (alrededor de 10.000 $ actuales), un precio muy conveniente para un coche tan elegante.
La primera edición data del 1950 mientras que la segunda apareció en 1955 y podía contar con un motor más potente, bandas cromadas en el techo, guardabarros cromados y una parrilla delantera que guiñaba el ojo al contemporáneo Ferrari 250 GT. La imagen retrata el Chevrolet Bel Air Convertible de Vitesse – Sunstar en su típica configuración bicolor, en este caso los tonos escogidos son el blanco y el amarillo Harvest Gold.
El patito feo de Ford
En 1955 el departamento de marketing de Ford contactó con el Premio Pulitzer de Poesía Marianne Moore. La empresa estaba lanzando un modelo revolucionario y se había gastado 250 millones de dólares para posicionarse entre los coches de gama media, el reino de Buick, Dodge, Pontiac, Oldsmobile, Desoto y Chrysler. El vehículo había sido desarrollado siguiendo las sugerencias de miles de clientes, las expectativas eran muy altas y los creativos no conseguían encontrar el nombre adecuado.
Trás un largo intercambio de cartas, Marianne Moore envió un listado de nombres que podían ajustarse al brief pero ninguno fue tomado en serio; esto sí, las proposiciones eran bizarras e incluían apodos como Pluma Piluma, The Intelligent Whale (la ballena inteligente), Mongoose Civique (mangosta cívica), The Silver Sword (la espada de plata), Regna Racer, Pastelogram o Turcotiga.
Finalmente los creativos desestimaron las sugerencias y bautizaron el automóvil como Edsel, el nombre del único hijo de Henry Ford. En la imagen podéis ver la reproducción de uno de los primeros Ford Edsel Citation salidos de las fábricas de Michigan. El coche fue lanzado en 1958 convirtiéndose desde los primeros meses en un auténtico flop comercial. A finales de 1959 los directivos de Ford decidieron cerrar el telón después de haber dilapidado 350 millones de dólares. Algunos de estos ejemplares llegaron a Cuba y se pueden alquilar en diversas localidades de la isla.
El Fairlane
En 1913 Clara y Henry Ford se mudaron a una lujosa residencia de Fair Lane en Deadborn, Michigan. La villa era el buen retiro de la pareja que podía disfrutar de los 13.000 acres de jardín diseñados por el arquitecto paisajista Jens Jensen. Esta elegante morada acabó bautizando el full size de 1955 que fue lanzado para remplazar el más vetusto Ford Crestline.
En las fotos podéis apreciar la maqueta a escala 1:18 del Ford Fairlane 500 Skyliner de 1957 con su inmejorable librea dresden blue/colonial White. Este modelo se diferenciaba del primero por algunos detalles como la altura (inferior de 5 cm), suspensiones mejoradas y una caja de cambio más sofisticada; también fueron potenciados los V8 que acabaron convirtiéndose en uno de los puntos fuertes del vehículo.
Mirada agresiva y aletas estilo Batman: el Buick Electra
El Electra es un full size de gama alta lanzado por Buick en 1959, el año de la victoria castrista; y mientras el socialismo triunfaba algunos de estos ejemplares llegaron a Cuba para quedarse. El nombre tenía un origen artístico, Electra Waggoner Biggs fue una escultura texana formada en el noreste de Estados Unidos y en la Sorbona de París. Su obra más famosa es Riding into the sunset (cabalgando hacía el atardecer), una escultura de bronce que se encuentra enfrente del Will Rogers Memorial Center de Forth Worth, Texas. Su figura acabó inspirando a Harlow H. Curtice – presidente de Buick y cuñado de John Biggs, el esposo de la artista – y a algún que otro directivo en Lockheed que en 1935 bautizó el Model 10 Electra en su honor.
El Buick Electra 225 Convertible de 1959 – aquí en la espléndida miniatura a escala 1:18 de Lucky Die Cast – montaba un V8 de 325 caballos que le permitía alcanzar los 193 km/h. El consumo medio era de 23.6 litros cada 100 km y para llegar a los 100 km/h había que esperar más o menos 10 segundos. El full size montaba un cambio automático de 2 velocidades y podía ser equipado con ventanas eléctricas, aire acondicionado y radio. Los interiores en cuero blanco y rojo resaltan la carrocería color Tampico Red que culmina con dos aletas a lo Batmobile.
En el 2015 el concesionario de automóviles Moto Exotica puso a la venta un Buick Electra 225 Convertible con estas características. El cabriolet había tenido el mismo propietario en los últimos 28 años y acabó vendiéndose por 49.900 $.
Los polaquitos del Caribe
En los años setenta un acuerdo entre Cuba y Polonia trajo a la isla un lote de Polski Fiat 126p, el primo hermano del homónimo Fiat de los setenta. Los utilitarios ensamblados en Bielsko-Biala y Tychy se diferenciaban de los italianos en algunos detalles; en efecto los 126p tenían un chasis más alto, la rejilla posterior modificada y los indicadores de dirección delanteros color naranja en vez de blancos. Comparados con los almendrones los pequeñitos del este parecen juguetes pero esta debilidad acabó convirtiéndose en una fortaleza. El exiguo consumo de gasolina decretó el éxito del utilitario que mientras tanto había sido rebautizado como polaquito.
Los 126p sufren las temperaturas altas y no es raro verlos circular con la puerta del motor abierta. Otro punto débil es la corrosión que afecta la chapa, un problema muy común entre los coches de los setenta. Aún así los polaquitos son muy comunes en Cuba tanto que en el 2016 superaban las 10.000 unidades. Los utilitarios han sido objetos de varias modificaciones; los más conservadores se han limitado a parachoques, alerones o tapacubos cromados pero algunos han ido más allá. Los más atrevidos han remplazado los viejos motores Fiat con unos más modernos como, por ejemplo, aquellos del Daewoo Tico, un city car derivado del Suzuki Alto.
Los clásicos soviéticos
Durante la guerra fría los intercambios comerciales con la Unión Soviética aportaron como dote un suministro de automóviles. Hoy en día los Lada son una presencia constante en Cuba pero no están solos, en las carreteras se pueden avistar Volga M24-10, Lada Niva, varios modelos de Moskvitch y unos cuantos camiones Kamaz.
La historia de Kamaz empieza en los años sesenta cuando el Comité Central del Partido Comunista empezó a invertir recursos en la fabricación de camiones. Como sede de la industria se escogió Naberezhnye Chelny, ciudad tártara a orillas del río Kama, un afluente del Volga que acabó bautizando la empresa. En la foto podéis ver un Kamaz 53212 a escala 1:43 que reproduce fielmente su homólogo de tamaño natural.
Este modelo es una variante del Kamaz 5320 – el primer camión fabricado por la marca rusa – y se distingue de su antepasado por la mayor capacidad de carga así como por la presencia de un camarote provisto de cama individual. En Cuba los Kamaz 53212 se utilizan principalmente por el trasporte de la caña de azúcar y gozan de una discreta fama pese a la escasa cilindrata y al consumo excesivo de aceite.
Este Lada 1600 a escala 1:87 de Busch reproduce un vehículo policiales de la República Democrática Alemana. Este coche fue largamente utilizado entre las fuerzas de seguridad de los países soviéticos pero no todos saben que la Policía Nacional Revolucionaria de Cuba utiliza viejo Lada de los años setenta y ochenta.
En estas décadas el gobierno se vio obligados a jubilar los almendrones y se decantó por los más novedosos Lada que prometían un recambio constante de repuestos. El intercambio terminó con el colapso de la Unión Soviética y ha sido reanudado solamente en 2018; en este año el gobierno de la isla negoció con Rusia la compra de 513 nuevos Lada que han sido asignados a taxistas, policías y empleados estatales.
El tres patas y los fotingos
La palabra fotingo es una castellanización de la expresión inglesa “foot it and go” (literalmente “písalo y arranca”), el eslogan utilizado para promocionar el Ford Model T. El “coche universal” llegó a Cuba a principios del siglo veinte y los autóctonos adoptaron la españolización del lema para definirle. Otro apodo era aquello de Tres Patas por la presencia de tres pedales: acelerador, freno y embrague. Algunos de los 15 millones de ejemplares construidos entre 1908 y 1927 siguen en el Caribe aunque su número es inferior comparado con los almendrones.
Este coleccionable a escala 1:12 de Newes – Sunstar reproduce el Ford Model T Touring de 1925, una de las últimas versiones salidas de las fábricas. El modelo fue jubilado dos años después para dejar espacio al Ford Model A que se comercializó en diversas versiones y precios.
El más barato era el Roadster (385 $, casi 6.000 $ de ahora), añadiendo diez dólares se podía adquirir un Phaeton, coupé y Tudor sedán tenían un precio de 495 $ mientras que por un sport coupé había que sacar del bolsillo 550 $. El más caro era el sedán que tenía un precio de lista de 570 $. La miniatura de Signature Models nos recuerda que muchos Ford Model T fueron utilizados con fines comerciales aunque la mayoría de los ejemplares cubanos son taxis o coches particulares.